Querido viejo

9.24.2007

Habré borrado y vuelto a escribir unas 20 veces el inicio de esta carta sin rumbo, que Dios sabe si te llegará.

Como expresar, como escribir, como decirte todo. Bueno, tú lo debes saber, pero no está demás en escribirte. Aquí está tu hijo, el "chuachua" como solías decirme y molestarme. Aquí escuchando aquella canción con la cual el Nacho gozaba camino al sur, ¿recuerdas?. Sí, la del pirata cojo, con pata de palo y todo lo demás. Aquí, fumando un cigarro y con caña. ¿Quién lo iba a creer, no es cierto?. Tu hijo fumando y también tomando. No me odies. Si te preguntas que cigarros fumo: los mismos que tu, viejo. Bueno un poco más fuertes quizás. Tengo tantas cosas tuyas viejo, pero me hacen falta muchas cosas más.

Ha sido difícil, realmente difícil. Este último tiempo más que nada. Me cuesta pensar en ti, me cuesta recordar. Me duele, demasiado diría yo. No debo ser el único, pero si debo ser el que más lo oculta, por que simplemente soy así, viejo. Tú siempre me lo reprochaste. Creo que nunca te conté nada, nunca te di la oportunidad a conocer mi mundo interior. Pero aún así no me arrepiento. Pienso que te aproveche a concho, viejo. Supe disfrutar contigo. Alcancé a sentir lo que se siente tener un papá. Alcancé a tener vivencias de padre/hijo. Alcancé a guardar recuerdos claros y nítidos de ti. Pero parece que esa dosis de recuerdos, vivencias, sentimientos simplemente se me gastó. Se me gastó mi baúl de recuerdos en donde buscar consejos, respuestas. Es complicado tratar de buscar una imagen paterna, tratar de buscar ese consejo, que más consejo de padre a hijo, a esta edad ya es un consejo de amigos. No alcancé a ser tu amigo. Sólo alcancé a ser tu hijo de fines de semana. Ese que iba a tu casa, hablaba contigo una que otra cosa, te pedía algo y tú se lo comprabas. Ese que jugaba en el patio contigo a la pelota o a lo que sea. El que te acompañaba en las noches a regar el patio con tu piscola infaltable en una mano y en la otra la manguera. Mientras tú, y ahora que lo pienso, no en un estado totalmente sobrio, me hablabas cosas triviales, me contabas chistes, me hablabas de tu pega, de tu infancia. No, no me quejo ni te culpo. Es más, me enorgullezco. ¿Qué más hace un padre y su hijo de 11 años?, ¿hablar temas profundos de la vida, hablar del amor, sentarse a tomar?. No, simplemente lo que hicimos tú y yo. No sabes cuanto me encantaría que estuvieras aquí ahora, y en vez de escribirte esto, hablarlo directamente contigo. Sentarnos tu y yo en el patio de tu casa, con su buen trago, el infaltable cigarro y hablarte frente a frente. Contarte todo lo que me intriga, lo que me pasa, lo que siento, lo que necesito. Todo, completamente todo. Y pasar de ser tu hijo de 11 años, a ser tu amigo de 18.

Me haces falta viejo, más que la cresta. Y no te voy a pedir de que vuelvas, por que yo se que estás. Pero por la chucha que me ha costado encontrarte. Estás aquí mismo, pero te movieron de lugar y aún no te encuentro. Es como cuando a uno se le pierde el celular. Uno siempre lo deja en el mismo lugar, ¿cierto?. Imagínate que un día vas a buscarlo y no está. Alguien te lo movió por X motivo. Eso pasa, y no se a donde te movieron. Ojalá tuvieras ringtone.

Ha sido complicado tratar de buscar respuestas a cosas que solo los viejos saben. Mi vieja se ha portado un 7, siempre ha estado cuando la necesito. Estoy un poco más cercano a ella, aprendí a conocerla, nos estamos haciendo amigos. Pero aún así, ella sabe que no puede cumplir los 2 roles, ni ninguna mamá puede. Es prácticamente imposible para mi. Nunca va a dar en el clavo, como tu si hubieses podido. El simple hecho de ser mi viejo te da ese poder. Y todo esto va mucho más allá que una conversación de 'hombres': "¿Cómo andan las minitas?", "Ese es mi hijo. Hijo de tigre", "¡Todo un campeón!". Va mucho más allá de eso, viejo. Sinceramente desde que te fuiste, no he logrado encontrar otra imagen paterna. La he buscado, pero no está. Es para mi, irreemplazable. Te preguntarás: "¿Y de dónde te haces el modelo de imagen paterna si yo no estoy? ¿qué haz hecho todo este tiempo si un padre?". No tengo idea, ¿de la tele? ¿padres de amigos? ¿familiares?. Quien sabe. ¿Y que he hecho todo este tiempo sin un padre?: ser yo mi papá. ¿Estúpido?, quizás. Pero no tanto, si al final y al cabo aprendo a ser papá gracias a ti. Las respuestas o consejos que necesito las saco de ti, de los recuerdos. Pero ya están tan exprimidos que no me están dando respuestas ni consejos. Se me acabaron, se agotaron. Y ahora si que si prácticamente tengo que aprender a ser papá solo. Puta que cuesta. Pero creo que tengo la base.

Muchas veces me pregunto "¿Qué tengo de mi viejo?", y me doy cuenta que muchas cosas. Partiendo por el supuesto parecido que tenemos. Recuerdo que lugar donde íbamos siempre nos decían "¡Pero si son dos gotas de agua!". Me cargaba, pero tenia que sonreír de todas maneras. También heredé el gusto de comer bien tarde en la noche cosas bien grasientas. Lo bueno para el trago y el cigarro. Tu voz, antes por lo menos, no lo se ahora. Varios gestos tuyos: la forma de rascarme el ojo cuando tengo sueño. El ser bueno para el hueveo: recuerdas que recurrentemente cuando decían "¡Que lindo tu hijo!", tú respondías "¿Quieres tener uno igual?". Que manera de reírme. También según mi vieja tengo tu parada: con la pierna izquierda floja y apuntando hacia un lado. Lo caluroso, siempre ando con calor. Bueno para los asados, bueno para salir con los amigos. Varios gustos musicales que tengo son culpa tuya. Y así un sin fin de cosas.

Bueno, estés donde estés viejo, yo se que te voy a encontrar. Esté vivo o muerto. Y aunque yo no tenga mis respuestas ni consejos, no te sientas culpable, ni te preocupes. No dudes en que las voy a encontrar.

Un beso, una lágrima y un adiós.

Te quiere, tu hijo.

Pensar que nunca alcancé a llamarte viejo, sólo papá.